Catástrofe aéra en Chaco: Vuelo 707

El cielo nocturno estaba cubierto de nubes y aquel monte chaqueño era pincelado de vez en cuando de un azul eléctrico. La lluvia golpeaba con fuerza el fuselaje y los cristales de aquello que cruzaba tambaleante no muy por encima de la copa de las palmeras.

Un poblador miraba la tormenta, fascinado por el balanceo frenético de los árboles, los relámpagos y truenos que silenciaban cualquier ruido del monte, incluso del viento. Algo llamó su atención, una luz en lo alto: «aquello era una bola de fuego que emitía lucecitas» fueron sus palabras y agregaría que eso definitivamente “estaba cayendo”. Pronto, la luz desconocida se hundió en unos palmares para desaparecer de la vista del hombre. No estaba seguro de qué era eso que había caído a unos pocos kilómetros de su rancho pero aquella noche no lo averiguaría, la tormenta se había intensificado, esperaría a la mañana siguiente.

La torrencial lluvia había dado lugar a una clara mañana, fue cuestión de seguir la torre de humo negro que intentaba tocar el cielo, como si quisiera escapar de lo que fuese que había en aquel espacio del palmar.

Una humeante estructura, retorcida entre hierros, había creado un claro en el monte. El avión Avro del vuelo 707 de Aerolíneas Argentinas estaba destrozado, y entre aquel caos metálico, los cadáveres retorcidos en ángulos extraños de algunos pasajeros se dejaban ver ante la claridad pálida de aquella mañana.

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El hecho ocurrió un 4 de febrero de 1970, poco después de dos tragedias que habían enlutado al país, un aluvión en Mendoza que había dejado 21 muertos y un choque de trenes en Buenos Aires con la trágica cifra de 236 personas fallecidas. Los medios nacionales aún no terminaban de explotar al máximo aquellas tragedias cuando el diario Clarín, fechado el 5 de febrero de 1970, anunciaba que el vuelo 707 de Aerolíneas Argentinas había desaparecido. Empezaron las ya conocidas conjeturas cuando se trataban de casos que escapaban a la cotidianidad. “Un atentado”, opinaban algunos, “le pusieron una bomba”.

Antes del impacto

El Avro 748 matrícula: LV-HGW, llamado Ciudad de Bahía Blanca, llegó al aeropuerto Camba Punta de Corrientes y subió 12 pasajeros, en total la aeronave llevaba 35 pasajeros y 4 tripulantes. Según un informe de la  PrevAc (Prevención de Accidente Aéreos en Argentina): «Encontrándose la aeronave en el aeropuerto de Corrientes, se demoró la continuación del vuelo debido a una línea de CB» (cumulonimbos) estas son «nubes de gran desarrollo vertical, internamente formadas por una columna de aire cálido y húmedo que se eleva en forma de espiral rotatorio», las cuales pueden ser particularmente peligrosas para las aeronaves por las fuertes ráfagas que producen.

 

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Avro 748 LV-HGW siniestrado en Loma Alta, al Sur de Resistencia en febrero de 1970. (Fotografía gentileza de «aviacionargentina.net»)

Ante el frente de tormenta que se desarrollaba, y teniendo en cuenta la próxima ruta de la aeronave, el piloto de apellido Canu (los medios anunciaban que tenía 37 años, mientras que en el informe del PrevAc puntualizan que tenía 27) y el copiloto de apellido Bellocq, efectuaron un «estudio de las condiciones meteorológicas a través de las respectivas partes y de las informaciones proporcionadas por otros dos comandantes de la misma empresa, al mando de aeronaves que se encontraban aterrizadas en el aeropuerto de Resistencia», los cuales un momento antes sobrevolaron la zona e indicaron «una línea de inestabilidad de intensa actividad con cumulonimbus y cumulus potentis y congestus». Con estos datos se le sugirió al comandante de la aeronave un alejamiento de la zona de inestabilidad y de la ruta «cotidiana» del vuelo, para luego retomar su ubicación.

Sangre y fuego

A las 20:46 el avión despegó del aeropuerto de Corrientes con rumbo a Rosario. Según el informe del PrevAc la tripulación del Avro optó por seguir la ruta acostumbrada y no esquivar la potente tormenta que se desarrollaba del lado chaqueño, el motivo por el cual el piloto y copiloto optaron por no desviarse de su ruta es un misterio, los investigadores teorizan que la tripulación, a pesar de las advertencias de las torres de control, no fueron consientes de la magnitud a la que se enfrentaban. A las 20:55 el avión perdió todo contacto con la torre de control del aeropuerto de Resistencia y el destino del avión engullido por la tormenta empezaba a ser el peor.

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Un equipo de rescate se habría puesto en movimiento aquella misma noche para tratar de dar con el avión extraviado, pero por la tormenta y  la complicada zona en particular donde se consideraba que había caído la aeronave, era casi imposible poder dar con el vuelo. Gracias a los avisos de algunos pobladores de la zona del paraje «Loma Alta» que hallaron los restos del avión, a las 9:30 de la mañana los equipos de rescate llegaron a la zona del desastre. El Ciudad Bahía Blanca estaba completamente destruido e incendiado, nadie había sobrevivido al impacto.

Los investigadores en la escena se encontraron con un paisaje desolador, el monte de palmares de aquella zona había sido casi arrasado por el monstruo metálico que se precipitó a tierra. «Se dedujo que por la dispersión de restos y marcas en el terreno» la aeronave impactó contra el suelo a gran velocidad cortando así varias palmeras a su paso. Luego se desintegraría al impactar con violencia contra el suelo «quedando diseminados los restos informes en forma de abanico hasta una distancia de 250 metros», según informa PrevAc. El impacto fue tan potente que produjo un zanjón de casi dos metros de profundidad donde la trompa de la aeronave se enterró en el suelo.

Periodistas en la escena

La primera noticia sobre el Avro desaparecido salió en el diario Clarín, en donde se anunciaba: «Temen por el destino de un avión de Aerolíneas Argentinas». El 4 de febrero de 1970 todo el país, y aún más la zona del nordeste, estaba paralizada por el misterio, aunque muchos ya presagiaban el terrible destino de la aeronave. A primeras horas de la mañana se supo que el Avro había tenido un accidente y que incluso sabían el lugar donde habría sido gracias a testigos que vivían en la zona. Los periodistas no contaban entonces con la ubicación exacta del desastre así que se acercaron al Aeropuerto de Resistencia pero sin obtener allí mucha ayuda, había una confusa aura de secretismo sobre el tema. Coincidió que una familia de la zona del desastre estaba aportando datos a oficiales, ellos decían conocer la ubicación del accidente y gracias a aquella información, los periodistas salieron presurosos hacia el desconocido “palmar”.

Llegar no fue fácil. El lugar era inhóspito, invadido de esteros, pajonales y lagunas, carecía de caminos así que los periodistas debieron recurrir a la ayuda de lugareños para dar con el tan buscado palmar. Supieron que andaban cerca cuando escucharon los ruidos de los motores de los servicios de emergencia, incluso aviones y helicópteros sobrevolaban la zona.

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Entre cadáveres y hierros retorcidos

Luego de la travesía, los periodistas encontraron el avión en una zona denominada por los pobladores como «El Bajo» en Colonia Tacuarí, una zona de esteros, cañadas, riachos, arenales, palmerales y con el río Paraná como una constante amenaza para la zona ya que solía inundarse. Se adentraron al caos, lo que vieron, los dejó «sin palabras» como describe un periodista del diario Norte: «El espectáculo nos quitó el habla y aún toda la firmeza del cuerpo». Entre los restos del fuselaje del avión, vegetación calcinada, papeles, valijas abiertas, ropas y hasta billetes, los cadáveres estaban dispersos por el área, extremidades colgaban de los árboles y torsos calcinados humeaban aún bajo el sol. Nadie hacía nada, nadie se atrevía a hacer nada. Los cuerpos sin vida se mimetizaban con la absoluta lividez del ambiente, eran figuras protagonistas en aquel cuadro de pesadilla donde la chatarra y lo orgánico parecían formar parte de un todo.

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El zanjón formado por el impacto de la trompa del avión en aquel momento se encontraba repleto de agua por la tormenta de la noche anterior, se pudieron reconocer algunos cuerpos flotando en el lodo. Los periodistas relatan en sus crónicas que a cada paso que daban debían tener cuidado de no pisar algún cadáver o resto, era casi imposible no hacerlo. La magnitud de la catástrofe fue tal que incluso se encontraron cuerpos arriba de los palmares, extremidades dispersas en los alrededores del impacto, cráneos destrozados a varios metros de sus restos, manos y pies que habían sido arrancados de sus extremidades con una fuerza brutal.

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Los periodistas repararon en la cantidad de papeles dispersos por la zona, incluso libros, libretas de enrolamiento donde se podían leer los primeros nombres de las víctimas y dinero de moneda argentina, paraguaya y brasilera. Un cronista redactó lo que había visto mientras recorría la zona: «zapatos y ropas de mujer, zapatos de hombre, prendas de vestir colgadas de las ramas, y por doquier los infinitos fragmentos de carne humana, cigarrillos semiquemados que ya nadie fumaría, telas, carteras, billetes de moneda paraguaya y argentina, artículos de tocador y algo fuera de los esperado: una caja conteniendo discos, mostrando en primer plano una grabación de Roberto Carlos».

«Una bola de fuego que caía desde el cielo»

Para este caso era de suma importancia la versión de los testigos, con ningún sobreviviente del accidente y sin una caja negra de la aeronave, era esencial saber qué vieron los que casualmente se habían asomado esa noche nefasta a ver la tormenta. Uno de los testimonios que cobró mayor importancia entre los medios locales fue el de un poblador cercano de Colonia Tacuarí el cual afirmó que: «Hubo una explosión y el avión se prendió fuego». Empezaron las especulaciones de la prensa: «¿Falla de motores? ¿Impacto de un rayo? ¿Error Humano?» ¿Qué le había pasado aquella noche de tormenta al Vuelo 707? Los especialistas culparon inmediatamente a la tormenta, las potentes ráfagas hicieron que el piloto perdiese el control de la aeronave obligándolo a volar bajo e impactar contra las palmeras. Nada se sabía con certeza.

Varios testigos decían que la llamarada producto del impacto se veía incluso a 2 kilómetros de distancia y que el humo ascendía a 4 metros por encima de las copas de las palmeras.

Los cuervos vuelan bajo

En los medios locales se hablaba de que el intento de rescate de los cadáveres fue bochornoso, los vehículos no llegaban al palmar, se producían retrasos y atascos, la incertidumbre era absoluta. Incluso, a pesar de que se supo que se había hallado al avión siniestrado a las 9 de la mañana, los equipos de rescate salieron al mediodía y los pocos que llegaron lo hicieron cercanas las 4 de la tarde. Ante las preguntas de los periodistas y familiares por el evidente retraso, los funcionarios respondieron que no había apuro, no esperaban sobrevivientes.

Para sacar los cuerpos del lugar participaron del rescate vuelos sanitarios desde Paraguay e incluso, la colaboración de una tal teniente Coley de Estados Unidos, pero el trabajo era en exceso lento y los cadáveres empezaban a descomponerse. Ante la dificultad para poder trasladar los restos, los equipos de rescate se enfocaron en rescatar los documentos del lugar, desde billetes, hasta valijas.

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La desesperación de los familiares era tal que reporteros de Corrientes relataron cómo un familiar de apellido Corigliano de aquella provincia, que había perdido a su mujer en el vuelo 707, tenía intenciones de contratar una lancha para cruzar el Paraná y dar él mismo con el cuerpo de su mujer. Lo disuadieron de hacerlo, las correntadas del Paraná estaban violentas aquel día y trataron de confortarlo diciéndole que pronto tendría a su mujer para darle el correspondiente entierro. Solo era una mentira para calmarlo.

Los días pasaron y los cronistas volvieron a visitar el lugar, lo que se encontraron los dejó paralizados. Mientras avanzaban por la espesura notaron aves de rapiña que volaban en círculos sobre el lugar del accidente. El olor nauseabundo era ya insoportable. Previniendo lo peor los periodistas se encontraron con que los cuerpos seguían en el mismo lugar y que eran alimento para los cuervos y otras alimañas. Una pobladora relataría a los cronistas: «Me levanto temprano y vengo hasta acá para espantar los cuervos». Mientras tanto, el rescate de los cuerpos seguía retrasado y el dolor de los familiares, por no poder sepultar a sus seres queridos, se extendió más de lo tolerable. El proceso del traslado de las víctimas fue lento y la mayoría se realizó en helicópteros, los cadáveres fueron trasladados a la morgue del Hospital Perrando.

Informe del PrevAc

A continuación transcribimos el informe de la Prevención de Accidente Aéreos en Argentina publicado en su página web:

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Algunos especialistas de la época anunciaron que el accidente fue el producto de una «turbonada» aclarando que el fenómeno «chupa hacia arriba o aplasta hacia abajo lo que encuentra en el aire; el avión en ese fenómeno es como una cáscara de nuez en el mar», sentenció un entendido en la materia. La torre de control de Corrientes anunció que las comunicaciones con el Avro eran normales, todo parecía bajo control, pero que algo «extraño» o inesperado pasó en el viaje y que a pesar del mal clima, aseguraban que no era particularmente violento para el trágico desenlace posterior.

Según los peritos que trabajaban en el lugar del accidente, el piloto había intentado direccionar la aeronave al aeropuerto de Resistencia, el cual se encontraba a solo 5 minutos del palmar. El piloto intentó lidiar con la tormenta sobrevolando la zona a un vuelo muy bajo, aquello no fue suficiente, la oscuridad y la lluvia hizo imposible calcular las distancias.

Así termina esta historia casi olvidada, 46 años después, en páginas de internet internacionales aún se pueden hallar los restos de la tragedia que enlutó a la provincia del Chaco y al país. Esta vez, cumpliendo el objetivo de Bajo la Lupa, esta historia tal vez se pueda conocer un poco más. Un caso donde el supuesto fallo humano, las cuestiones meteorológicas y la falta de «tacto» de las instituciones de aquella época, hicieron de la tragedia del vuelo 707 de Aerolíneas Argentinas algo mucho más que un accidente aeronáutico donde perdieron la vida 39 personas, este caso, bajo la mirada angustiada de los cronistas, relató además una triste historia de abandono.

Los pasajeros y tripulación muertos en el accidente:

Pasajeros 35: Norberto Ramón Cabaña, Andresa Araujo Monje, Edith Ocampo Rolón, Mario Turla, Carmen Turla, Rosendo Agullo barral, Alejandro Daniel Yodre, Carlos Espinoza Maciel,Eduarda de Sarli von Schmoling, Eduardo Inaín, Juan Castañeda, Elvira G. de Candia, Gustavo Candia, Blas Díaz, Donald Howling, Oscar N. Francés, Héctor Martinez Arias, Luis Tezano Pintos, Osvaldo Storti, Eduardo Lujambio, Elisa de Lujambio, Juan Ares, Faverio Iozzi Massini, Hugo Wols, Juan Gimenez, Ana de corigliano, Bienvenido Duarte, C. Guarinioni, Víctor Martín, Ramona de Ledesma, Olegario Bartolomé, Gladys Smith, Germán Podeley, Yolanda de Podeley, Graciela Podeley.
Tripulación 4: Comandante Rodolfo Mario Canu (27 o 37), Primer oficial Carlos Bellocq (23) Comisario de a bordo Jorge Felipelli (31) Y auxiliar Cecilia Coriasco (22)

 

 

Bibliografía: Archivo Histórico Monseñor José Alumni, fotografías Diario Norte.

 

35 comentarios en “Catástrofe aéra en Chaco: Vuelo 707

    1. Hola Paulo, gracias por leerme. Tengo la supuesta ubicación del lugar, es en una zona engullida por el monte y según lo que me contaron algunos memoriosos, hay una inmensa cruz de madera donde fue el accidente. Gracias por pasarte.

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      1. hola soy la hija de un fallecido en este siniestro. yo tenia otra historia, un rayo, no solo me dejaron huerfana, sin seguro por tener 10 años, ni modo de litigar, sino que ahora despues de 47 años debo saber si quedo algo de papa , se lo comian los cuervos, que horror, ahora entiendo porque el velatorio en rosario fue a cajon cerrado.. a veces la verdad es peor , atte

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  1. conozco el lugar suelo ir a verlo queda cerca del campo de mis familiares todavía están los hierros y la trompa enterrada nadie puede acercarse mucho ya que hay vivoras y avispas que te lo impiden

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  2. Lo único que queda en la actualidad es el pozo donde se supone que alli quedo el motor y una de las turbinas, la cruz de madera ya no existe.mis padres ya fallecidos contaban y
    fueron los que ayudaban a llegar a los familiares hasta el lugar .La poblablora que estaba mas cerca se llamaba Petrona Fernandez y fue quien puso una sabana para que pueda bajar la avioneta que buscaba el lugar donde cayo.

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  3. el 21 de junio de 1967 se habilito la oficina de pronostico del SMN en el aerop. de Rcia., yo forme parte del grupo de trabajo y nos ha tocado analizar numerosas situaciones meteorologicas, donde elaborabamos(y aun se realiza) los pronosticos de rutina y por supuesto los avisos de alerta por tormentas severas los cuales son remitidos a todas las dependencias de transito aereo( entre ellas torres de control) y las empresas aereas. Recuerdo ese hecho y otros mas.

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  4. en realidad, como nuestra actividad estaba mas orientada a la proteccion meteorologica aeronautica, solo tomabamos contacto con los hechos en forma muy tangencial, ya que la junta de investigaciones de accid aereos investigaba tambien los informes que elaborabamos nosotros a los fines de ver si los avisos eran hecho en tiempo.

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  5. hola, misiaszek muy buen articulo. podrias revisar las coordenadas de gps que diste porque marca un lugar muy diferente a donde se supone que fue el accidente. saludos

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  6. Hola misiaszek te comento que en la actualidad ya están transitables los caminos no hasta ese lugar porque hasta allí
    no los hay para llegar en vehículos pero si te deja muy cerca.

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  7. En la partida de defunción de mi esposo Carlos Guarinoni dice que fue en el Balneario El Paranacito.Campo de la familia Díaz Corrales próximo a la laguna Brava.

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  8. Hola somos de un grupo de enduro (CHACO ENDURO RESISTENCIA) que nos gustaria llegar hasta el lugar del accidente, seria bueno si alguien puede darnos información para poder acceder hasta el lugar correcto; y rendir el correspondiente homenaje a las personas que perdieron la vida en ese tragico accidente. Desde ya muchas gracias. Saludos

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    1. Buen día. Lo poco que sé es que queda en el Balneario El Paranacioto en un campo de la familia Díaz Corrales próximo a la Laguna Brava, según me informaron. Si acaso pueden ir, me encataría si no les molesta tener fotos o videos de eso. Muchas gracias! Estamos en contacto.

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  9. El cessna 172 que capoto estaba piloteado por Pipo Veron que quiso hacer un vuelo rasante para ver si había sobrevivientes y le tosio el motor. El helicóptero del ejército norteamericano que trajeron para buscar y traer los restos estaba basado en Paraguay y no había mujeres en su tripulación

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